Dulce
Carolina Méndez Juvencio
Mi objetivo en este artículo es ver
si es posible hacer una diferencia entre ciencia y pseudociencia, y en realidad
porque nos sería necesaria esta distinción dentro de nuestra ciencia
contemporánea.
¿Cómo podemos definir ciencia? En la
antigüedad, más específicamente Aristóteles definió a la ciencia como el
conocimiento cierto de las cosas por sus causas. Sin embargo, desde la
Modernidad el concepto lo hemos hecho mucho más amplio porque no sólo nos
enfocamos en el conocimiento sino en el medio por el cual llegamos a tal
conocimiento, o sea en método.
La
ciencia se basa en diversos métodos de carácter lógico y racional, los cuales
aseguren la aproximación a la verdad; sin embargo nunca se podrá saber con
seguridad si una teoría es totalmente cierta, sólo dependiendo de la cantidad de fenómenos o procesos que pueda
predecir o explicar, podemos determinar el grado de confirmación de la misma. [1]Cuanto
mayor sea el grado de confirmación, mayor se considera su validez.
De lo anterior, podemos
plantear a la ciencia como la búsqueda de la verdad, del conocimiento de la
verdad que se expresa mediante leyes y teorías. De esta formación de leyes y
teorías de deduce su otra característica principal, la ciencia tiende a la
universalidad, es decir, a la elaboración de principios que expliquen la
totalidad de fenómenos que ocurren en la naturaleza; tarea por la cual se
requiere una unificación de todas las
ramas de la ciencia.[2]A
esta manera de integrar los distintos campos de la ciencia en su totalidad es
lo que denominamos “corpus científico”, en
cual constituye una red de conocimientos
científicos relacionados entre sí.
Otra característica
significativa de la ciencia es el de la objetividad. Por el hecho de que el
verdadero conocimiento sobre el mundo no puede estar sujeto a interpretaciones
subjetivas. El conocimiento científico no puede ni debe, si pretende ser
ciencia, constituirse a partir de la visión de una sola persona , sino que su
construcción debe deberse a l de la comunidad, sólo en este sentido podemos
decir que es objetiva.
¿Cómo podemos definir pseudociencia?
La pseudociencia, en contraste con la ciencia no sigue un orden lógico de
razonamiento y de acción; parecería propio de ella que en lugar de objetivo
tenga que llegar a la verdad, sea partir de la verdad. Aquellos que practican una pseudociencia
tienden a fabricar una teoría a partir de la interpretación subjetiva de los
hechos, planteando proposiciones o modelos a los que les otorgan a priori el
valor de conocimiento verdadero. Una vez establecidas estas bases proceden a
intentar demostrar lo que afirman.[3]
De aquí que la pseudociencia no busque la verdad, porque creen ya poseer la
verdad; una verdad que no es conclusión sino origen. Y para que la evidencia apunte
con su conclusión deseada es obvio que los pseudocientíficos se verán obligados
a distorsionar la realidad; logrando de esta manera el éxito aparente para
proveer razones lógicas para respaldar su teoría.
Sin
embargo ya dentro de un análisis se puede constatar que sus explicaciones caen
en falacias, algunas como las de petición de principio o falacia del
consecuente.
Otra característica de la
pseudociencia es que para sus
“científicos” la refutación no importa, ellos seguirán defendiendo su “teoría”,
posicionándose como “dueños de la verdad”.
La pseudociencia es
estática: no busca el progreso y por lo tanto no se producen nuevos descubrimientos; ni
siquiera tiene en cuenta los conocimientos científicos básicos que tienen influencia
sobre sus postulados. Por esto es que otra característica de las pseudociencias
es que no es posible aunarla con las distintas ramas de la ciencia, no podrá
integrarse al “corpus científico”. De aquí que
cada pseudociencia tiene validez sólo en sí misma.
Lo que distingue a la
ciencia de la pseudociencia no es tanto la veracidad de sus “teorías” como la
legitimidad y la lógica de su método, ya que muchas teorías pseudocientíficas
tienen la capacidad de “adaptarse” a los nuevos conocimientos científicos que se producen, así como a
cualquier tipo de evidencia que la refute[4].
Por último, es necesario
destacar el carácter subjetivo de las pseudociencias ya que estas apelan a la
fe más que a la razón. Toda pseudociencia es, al fin y al cabo, nada más que un
conjunto de creencias, porque no sigue un razonamiento lógico. De alguna manera
podemos decir que tienen un componente religioso; sus postulados son creencias
y sus seguidores son creyentes[5].
Y esto va en contra del criterio de
objetividad de la ciencia, ya que, por lo general, los experimentos
pseudocientíficos no pueden ser replicados por cualquier otra persona fuera del
círculo de creyentes.
¿Y porque es necesaria
esta distinción? En primer lugar por las consecuencias que las pseudociencias
puedan tener en nuestra sociedad; el hecho de que justifiquen actos que puedan
ser dañinos para nosotros, y un ejemplo muy claro es el que pone Gamberti en su
artículo: el ejemplo del Holocausto; Hitler asesinó a millones de personas debido
a una “teoría” antropológica la cual establecía, de forma aparentemente
científica, un orden jerárquico de razas. Él sostenía que la raza aria era
genéticamente superior; creencia que se transmitió a gran parte del pueblo
alemán, y que fue justificación del genocidio. La creencia ciega y/o el
fanatismo siempre son potencialmente peligrosos, más aún si aquello en lo que
se cree está completamente alejado de la realidad.[6]
[1] CIENCIA Y PSEUDOCIENCIA:
¿VERDADERO Y FALSO?, Garimberti, Álvaro.
[3] Ibid
[4] En este carácter de la pseudociencia es donde entra el criterio de
falseabilidad que propone Popper.
[5] Cf. Garimberti, Álvaro, op.
Cit.
[6] Cf. Ibid.
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