jueves, 2 de enero de 2014

Amigo útil


Haydee De Alba Carranza

En esta ocasión y con motivo de las fiestas que “unen a la familia”, trato de la amistad que en Epicuro se rescata del utilitarismo. De nuevo transitamos del individuo a la colectividad que termina por reafirmarlo. La ataraxia como objetivo final del hombre espiritual se vuelve más terrenal ocupándose también de la mundanidad de aquél. No deja, sin embargo, de permanecer al ámbito privado de los hombres. Esta intimidad se constituye también para el apoyo mutuo que redundará en bienestar a corto y largo plazo de aquellos que gozan de la amistad, haciendo crecer poco a poco una comunidad de amigos que sin llegar a conformar una organización política garantiza su seguridad. Es decir que la amistad, en un ámbito privado, no sólo es para beneficio de uno, para el privado sino para aquellos que lo rodean también en tanto que útilmente se relacionan.

Si bien hace algún tiempo considerábamos a los amigos como aquellas personas que estarían siempre al alcance de nuestra órbita, esto ha cambiado un poco. En nuestros tiempos la amistad no se reduce a un grupo selecto de personas sino que se extiende más allá de lo puro que pudiera parecer el término. Pero en algún momento se pensó, es posible recordar que no hace tantos años atrás, la amistad debía resguardar una esencia casi pura, es decir, que era considerada con un valor  incomparable y difícil de encontrar en las personas. Algo así, pues, Epicuro nos enseña.
Quizá no se trate de un valor puro: encontrar entre las personas alguna perfecta que pueda acompañarnos siempre, pero sí de un compromiso sólido hacia ella como el que tendríamos para con nosotros mismos. El valor de la amistad en Epicuro era firme y no se debilitaba con el número de amigos ni se hacía de manera superficial como lo sabemos hoy en día. En esos tiempos la vida propia era tan importante y valiosa como la del amigo, nuestro filósofo proclamaba incluso el sacrificio por la vida de ese otro que a la vez nos retribuía en felicidad y gozo.
Si seguimos la línea hedonista por la que hemos venido trabajando encontraríamos aparentemente una ligera contradicción con lo que él plantea acerca de la ataraxia. Porque por un lado ésta sería el objetivo que cada persona debería perseguir como el mayor bien, evitando a su vez las intervenciones en la política, pero por el otro lado nos dice que la amistad ha de tener un valor inmortal por lo que los amigos, es decir, otras personas también no sólo están dentro de nuestra vida sino que deben estarlo para que nosotros alcancemos una felicidad que atraviesa el gozo inmediato. La amistad, sin embargo, arriesga la ataraxia ya que al estar pendientes de nuestros amigos y no sólo eso sino que entregar además nuestra propia vida por la de ellos el alma se agita y sacude la posibilidad de estar tranquilos.
Pero como ya veíamos en un post anterior Epicuro apostará por el altruismo y rechazará que el egoísmo sea el modo para alcanzar la serenidad en el alma. Se acepta, pues, que sólo por vía de la individualidad no se puede ya no digamos alcanzar ese placer verdadero en el alma sino incluso una vida provechosa y feliz en el día a día. La alianza con otros garantiza la compañía y la ayuda que en cualquier momento podríamos necesitar para espantar los miedos fundados e infundados. Se acerca más a una amistad en la vida práctica que a una reservada para la sabiduría: como una amistad intelectual.
Es así que vemos que aunque declarara que la amistad es valiosa por sí misma su base será el de la utilidad. Utilidad que a su vez será superada para llegar a considerarse la amistad como algo realmente valioso e insuperable por placeres inmediatos, aunque estos hayan sido en un inicio fundamento para la filosofía epicúrea. Más que entender, entonces, utilidad como el método de conseguir los gozos del cuerpo, se alarga su significado hasta rebotar en el otro y regresarse a nosotros con lo que hemos dado. Este término se ocupa como armonizador en su teoría de la sociedad, no se aísla en la privacidad: lo útil es pensado en tanto que funciona como boomerang. Se le otorga un sentido también altruista en cuanto que es usado como el primer impulso que llevará al hombre hacia una comunidad de amigos.
Ante la situación política y social de la época alejandrina la teoría de la amistad de Epicuro se desarrollaba como una colectividad de individuos que los apoyaba para lograr esa felicidad tan buscada. Frente a lo que siempre se había visto en la polis, la organización política[1], se presentaba esta opción de volver a encontrarse con el otro, que Epicuro acepta, es necesario para que uno pueda vivir tranquilamente. La ophéleia o la ayuda mutua no se mantiene como un fin,  ya que aunque fue el principio se transforma en el medio para conseguir no sólo los placeres inmediatos sino una seguridad a largo plazo,  llegando incluso a superar las barreras de la vida terrenal: un bien inmortal diría él.
La amistad se nos plantea como algo que aun en nuestros días tan parecidos a los del padre de esta filosofía, es una opción de unión. Los beneficios materiales que con la amistad se puedan conseguir se superan por mucho cuando la relación entre dos amigos se considera un bien supremo igual que la vida.
BIBLIOGRAFÍA

García Gual, Carlos, Epicuro, alianza, España, 2002. (Col. Biblioteca temática- clásicos de Grecia y Roma, en col. Libro de bolsillo).

Lledó, Emilio, El epicureísmo, 2ª ed., Montesinos, España, 1987, (Biblioteca de Divulgación Temática).

Long, Anthony A., La filosofía helenística: estoicos, epicúreos, escépticos, Alianza, España, 1984.



[1] Lledó, Emilio, El epicureísmo, 2ª ed., Montesinos, España, 1987, (Biblioteca de Divulgación Temática), p. 129.

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