jueves, 2 de enero de 2014

La industria pornográfica



Montserrat Rueda Casales

En el artículo anterior mencioné que, éste último tratará sobre la propuesta de Beatriz Preciado, acerca del segundo aparato de control, el pornográfico. El cual maquina a partir de la mitad del Siglo XX, llegando para quedarse. Sin embargo, esto no quiere decir que sus orígenes sean recientes, pues la misma filósofa al buscar su genealogía la encuentra en el museo. El historiador Walter Kendrick en 1987 afirma que por los años de 1755 y 1857 en Pompeya se encontraban imágenes de cuerpos, ubicados precisamente en el museo, pero uno que no estaba abierto a toda la comunidad, sino que sólo los hombres aristócratas tenían acceso. Así la palabra pornografía nace en este contexto, proviniendo del griego: (porno-grafei: pintura de prostitutas, escrita de la vida de las prostitutas)[1] término declarado por el historiador de arte alemana C.O. Müller.  
Se verá presente también en la Europa del Siglo XIX durante los años 1840-1850 como:
“descripción de la prostitución y de la vida de las prostitutas en la ciudad como una cuestión de higiene pública.”[2]
Haciendo así a la pornografía como un conjunto de medidas que regularicen la salubridad en cuanto al acto sexual en el espacio público, junto con todo lo que incluya la higiene de un poblado como el control de los desperdicios.

Pero ya pensando más en una época que nos es más cercana, el siglo XX con el discurso que tienen algunas feministas (en las décadas de los 80´s y 90´s[3]) como Andrea Dworkin y Catherine Machinnon[4], donde ven la pornografía  como un lenguaje patriarcal y sexista que producía violencia contra el cuerpo de las mujeres[5]. Quienes perciben dicha industria bajo el ángulo ya citado, muestran al cuerpo femenino junto con toda su persona como una criatura que está tan subsumida por el poder del patriarcado que es incapaz de percibir la marginación que vive, y pues claro ¿cómo no han de afirmar esto algunas? Si los comienzos de la pornografía  del siglo que nos antecede fue creada por hombres y para hombres, y efectivamente, se presenta a la mujer cosificada.
“Cine para hombres: […] Las tías están siempre dispuestas. Las mujeres violadas en el fondo disfrutan. Medias de rejilla, minifalda de puta, top minúsculo, zapatos imposibles con tacón y plataforma […]”[6]
Bajo esta idea se conciben posturas distintas en el feminismo, y este será un feminismo liberal, donde se esté a favor de la industria pornográfica, pero hecha por mujeres, para hombres y mujeres.
“[…] Hay que ganarse el sexo, no me abro las piernas sólo porque tú me lo pidas. Sexo siempre consentido. Un vestido chulo de Miss Sixty, de Armani o de Mango, unos tejanos y una camiseta […]”[7]
Esta cara del feminismo ha continuado hoy en día y ha crecido gracias a la industria del cine. Una de tantas que menciona Beatriz Preciado es Annie Sprinkle quien ha sido productora de películas feministas y actualmente es activista ecosexual[8] impartiendo conferencias.
Por otro lado, la directora de cine feminista, Erika Lust hace una invitación[9]: […] veremos cómo atrevernos con este controvertido género y cómo acercarnos a él sin perder nuestra óptica crítica femenina. Podemos y debemos disfrutar sin sentirnos ofendidas.[10]
He hablado de cómo ha evolucionado la pornografía hasta nuestros días, pero esto no es lo único que Beatriz Preciado propone, pues recordemos que esta industria es una parte del aparato de control sobre el cuerpo, aunque claro, ella dice que no es para ponerse paranoicos, sino más bien somos usuarios. Sin embargo, en una entrevista[11] afirma que todo el sistema nos lleva a la destrucción[12], estando de acuerdo con ella, me quiero enfocar ahora en demostrar esto. Con este fin, me apoyaré de una película que sale en cartelera este mismo año Don Jon[13] donde muestra a diversos personajes, los cuales son la representación de cuerpos controlados por el mismo aparato pornográfico, pero de diversas formas: Jon y su adicción con la pornografía, lo motiva a ser un mujeriego y buscar a chicas sólo por su físico, es el prototipo de macho alfa y se encarga de mantener un físico agradable a la vista. Pero tiene problemas con su vida sexual, pues aspira a lo que le vende el porno hecho por hombres y se da cuenta que las mujeres con las que se topa no son realmente así. Sin embargo, Esther le mostrará que con  su adicción tiene un problema, para esto debe dejar de pensar en lo ficticio para aspirar a lo real y al fin sentir placer sin ataduras (su adicción), no seguir la farsa que esos videos le han enseñado.
Barbara que es educada por Walt Disney y cree en las historias de princesas, como en el amor verdadero, sueña con encontrar a su príncipe azul y para ello, trata de cambiar a Jon ordenándole cómo deben hacerse las cosas bajo la justificación: “Si en verdad amas a una mujer, harás lo que sea por ella”.
Así vemos a dos figuras frustradas: a Jon con su fijación por el porno, buscando cumplir sus fantasías, pero en la vida real eso no sucede, hasta que se permite abrir y liberarse del aparato que lo controlaba. La otra figura, Barbara que piensa en encontrar la felicidad cuando tenga a su príncipe azul, sin embargo, este personaje no tiene la capacidad de  percatarse que lo único que hace para llegar a su fin, es manipular a los demás.
Como Preciado, otras feministas tratan de reeducar a los cuerpos apoyándose de la pornografía. En el caso de las directoras de cine, como Erika Lust, se proponen cambiar el modo de ver el porno tanto para hombres como mujeres. Dejar de verlo como algo grotesco, donde la mujer es un objeto. Enseñar al espectador cómo realmente se hace el acto sexual para que llegue a ser satisfactorio hacia todos los implicados, y demostrar que el acto sexual no debe sujetarse a lo que Playboy, y otras similares, han enseñado por décadas, pues ya se ha dicho que son cosas irreales como ofensivas. Sino que las películas porno, hechas por mujeres preparadas, muestren algo erótico,  así mismo placentero donde lo fílmico se ajuste a la realidad.





Bibliografía:
Don Jon, 2013.
Lust Erika, “Porno para mujeres”, Ed. Melusina, España, 2008 http://www.scribd.com/mobile/doc/141553620?width=1280
Preciado Beatriz, “Museo, basura urbana y pornografía”, http://es.scribd.com/doc/43011341/Museo-Basura-Urbana-y-Porno-Preciado
Sprinkle Annie, Stephens Beth, “Asumiendo la postura ecosexual” http://www.museoreinasofia.es/actividades/annie-sprinkle-beth-stephens



[1] Beatriz Preciado, Museo, basura urbana y pornografía
[2] Ibídem.
[3] No hablaré sobre el inicio de la industria pornográfica a mediados del Siglo XX, puesto que esto ya lo he comentado en un artículo anterior, donde se habla de las pin-ups como Bettie Page.
[4] Quienes por cierto son catalogadas dentro del gran campo del feminismo como feministas radicales. 
[5] Op. cit, p.42.
[6] Erika Lust, Porno para mujeres
[7] Ibíd., p.24.
[8] Forma de vida responsable al pensar en no afectar a la naturaleza en todas las actividades que se llevan a cabo a diario, donde viene implicada la vida sexual.
[9] En su libro Porno para mujeres
[10] Ibíd., p.10.
[12] Esto ya lo he explicado también en otro artículo, dedicado a ella misma.
[13] Un proyecto de Joseph Gordon Levitt, donde precisamente muestra la cultura norteamericana y nos muestra al aparato pornográfico cómo opera, desde la misma adicción del protagonista: los videos porno, como los comerciales para vender una hamburguesa: y ponen a una mujer en bikini haciendo analogía de su propio cuerpo con el alimento para provocar un impacto publicitario en el espectador y corra por el producto que le venden.

1 comentario:

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