sábado, 26 de octubre de 2013

Batallas ideológicas del siglo XXI

Batallas ideológicas del siglo XXI
Fernando Granados

El comienzo del Siglo XXI trajo consigo grandes expectativas de cambio político y social junto al fenómeno de la información y la ampliación de políticas que amenazaban la integridad personal y nacional en el mundo. El cambio más violento y de gran alcance ocurrió el 11 de septiembre del 2001 con el derrumbe de las torres gemelas y las consecuencias bélicas en medio oriente que propiciaron efectos adversos en la diplomacia mundial. Los cambios se dejaron sentir con fuerza en la cotidianidad; las ciudadanías espectadoras de estos cambios parecen haber tomado el anzuelo de lo aparente ante la información presentada. El auge de nuevos medios y la ampliación de los existentes  impactaron en las sociedades que fácilmente aceptaron la recepción pasiva de la información oficial. La vida del individuo común cambio de manera importante tras estos eventos emblemáticos.
Está visión de los sucesos es una lectura general en conocimiento de las consecuencias que derivaron en nuestro tiempo. Como individuo de una sociedad contemporánea convivir en este tiempo con un mundo de información es de cierta forma un ambiente ya establecido en la cotidianidad, y por ello, parte de la vida de cualquier persona. . La razón de esta intervención es poner la crítica de los filósofos en primer plano de la visión disidente comprometida, sin ideal romántico, con la verdad. Una convicción nada fácil pero con el ímpetu de exponer una perspectiva distinta de lo que acontece y nos afecta como personas comunes pero que en pocos casos se analiza con la profundidad.
 El sistema político y económico de nuestro país es un ejemplo simple de los cambios mundiales hacia tendencias globales que no parecen preservar la integridad de todas las personas. Concretamente la aparición de organismos internacionales como el FMI, OMC, ONU y el BM son para muchos los pilares de la globalización y control de los países subdesarrollados. La tarea de estos organismos ha sido establecer las reglas mediáticas de intercambio además de regular y sancionar su incumplimiento. El problema radica en la desarticulación de la autonomía no sólo nacional sino individual. Este efecto pasa desapercibido por el trabajo de convencimiento que se promueve como acuerdos en beneficio de la humanidad.
En un análisis de lo cotidiano creo encontrar los datos que ponen en relieve no sólo la información relevante sino la manera en que esta es presentada y articulada como en el caso de la declaración de los derechos humanos por parte de la ONU que en su pretendida universalidad no tiene alcance fuera de la jurisdicción de los países afiliados y que sin embargo parece ser mediadora conveniente en los casos de intervención militar como recientemente en Siria. El pretexto para la incursión es el crimen de lesa humana que está tipificado por este organismo y que a través del consentimiento de otras naciones puede hacer efectivo un ataque al gobierno de este país. Sin embargo, los hechos muestran una manipulación de los rebeldes sirios  e implementación de armas químicas no gubernamentales, por lo que el trabajo de convencimiento tiene que distorsionar la información de manera que quede impuesta la defensa de los derechos humanos dando por supuesto el ataque del gobierno sobre la población civil y la propicia intervención heroica de EUA. Es en esta cotidianidad y no en los altos estratos de gobierno donde la  aceptación o el rechazo pueden propiciar cambios; se gana en este escenario, acorde con la cantidad de adeptos en detrimento de los opositores, las batallas ideológicas.
Para los filósofos contemporáneos es otra la historia de los hechos acontecidos en las últimas dos décadas. En este sentido, a mi parecer la perspectiva de Slavoj Zizek en el comienzo de  En defensa de la intolerancia, puede mostrarnos la manera en la que opera la presentación de la información que al parecer no tiene relevancia sustancial. Zizek sostiene que en lo típico puede encontrarse un atisbo de verdad que subyace a los conceptos que denotan lo típico en su pretendida universalidad, es decir, en su aceptación como lo común. La fuerza de estos movimientos en el contenido tiene un impacto directo en la percepción de las personas sobre el concepto que necesariamente se llena de contenido hegemonizante de la universalidad. Es común que la palabra terrorista en todo caso nos remita a grupos encargados de sembrar el terror en las sociedades con fines políticos extremistas, sin embargo, el análisis de los datos que se nos presentan, tras una debida depuración y ampliación con las versiones no oficiales, pueden darnos un panorama inverso de lo que, a conveniencia de la versión oficial, significa terrorista.
En este sentido, la concepción de los EUA como el estado terrorista por excelencia, puede explicarse por la conveniencia política de sembrar el terror no como los insurgentes árabes sino a través de intervenciones militares de sometimiento que van revestidas de causas justas y defensa. Así lo ve Noam Chomsky en El poder estadounidense y los nuevos mandarines.


La eficacia de estos conceptos según Zizek versa en el modo del esquematismo trascendental kantiano ante la recepción y significación en nuestra experiencia concreta. La noción de terror que provoca la guerra conlleva a verse en una situación similar y por lo tanto mantenerse temeroso de lo que pudieran acarrear nuestras acciones. La ventaja estratégica es clara, el que infunde miedo tiene una ventaja sustancia sobre el que teme y la diplomacia actual tiene este marco desde entonces.

¿Cuánto han contribuido los medios? y ¿qué alternativas se han impulsado para contrarrestar estos efectos? Serán temas tratados en el siguiente post. 

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