sábado, 26 de octubre de 2013

Heidegger


Heidegger



López Capula Fco. Javier

En los siguientes post se intentará retomar cómo Heidegger pensó la obra de arte. Heidegger es sin duda alguna el último paradigma de la industria filosófica. Hay un antes y un después de él. Se ha puesto casi a la misma atura de Hegel, pero también de Aristóteles. Es el pensador que pone de manifiesto una tarea simple y obviada: pensar el (sentido del) ser. Ésa fue la estrella inacabablemente perseguida durante toda su vida. Este pensamiento, en su fondo, arrojaba que, de hecho, el ser jamás ha sido pensado por la tradición filosófica de forma verdadera y que, en lugar de eso, siempre ha comparecido un ente (diferencia ontológica) que determina y calma ese simple pensamiento; así, por ejemplo, tenemos el  “mundo de las ideas” de platón o el subjectum cartesiano. Este tipo de pensamientos, llamados en su conjunto metafísica, pensará Heidegger que han determinado el destino de la humanidad hasta nuestros días, con la llamada técnica planetaria (Armazón). Todo esto es nombrado, asimismo, el primer comienzo del pensar. Siguiendo sus meditaciones, el pensador alemán dirá que si el ser no ha sido pensado es porque se mantiene sustraído o inasible y así, eventualmente (evento apropiador) se ha esenciado en el pensar y por ende en destino del hombre. De este modo, Heidegger no ha hecho más que radicalizar a Nietzsche con su poética frase “el desierto está creciendo”, vista en el Zaratustra. Como todos sabemos, a esto se le ha llamado desde hace tiempo nihilismo y los estereotipadores del pensar han llamado a la época de este pensamiento post-modernismo. Justamente, soportar y retener (estados de ánimo) este nihilismo que, a fin de cuentas, origina un verdadero pensamiento del ser, debería abrir a su vez otro comienzo del pensar. Este nuevo comienzo posibilitaría una nueva forma de habitar esta tierra, siempre inhóspita, y así el nuevo advenimiento de un nuevo dios, no visto de modo cristiano ni espiritual, sino evocado a simpleza de la relación ser (sustracción)- hombre (pensador de esa sustracción). Por eso, en su entrevista ante el diario die Spiegel, dirá Heidegger: “sólo un dios puede aún salvarnos”. Dadas las anteriores descripciones breves del pensar de Heidegger, es por lo que me resulta interesante y por lo que aquí me surge el interés de trabajarlo. Porque he pensado, sin duda, que el pensamiento del soporte y la retención de la nada (el ser, a fin de cuentas) es de suma importancia para la filosofía de hoy en día, y que sólo posiblemente de esta forma podemos recuperar el asombro frente a lo habitual, pero también frente a lo extraño del mundo, y no quedarnos, como filósofos y no filósofos, en la simple y llana lectura de la historia de la filosofía, que originan un aplanamiento lanzado a una habitual vasta erudición y, sin embargo, vacía. No estoy diciendo que Heidegger sea la única salida, pero sí un buen terreno para comenzar a pensar el asombro del mundo. Por otro lado, si bien de lo que trataré es del modo en que Heidegger ve el arte y por lo tanto algo específico del autor y no un simple resumen de su pensar, muchos de los que lean se quedarán con la misma pregunta de qué demonios está diciendo Heidegger, pero presiento que esto será una forma de invitación a su pensamiento estrictamente hablando y no un conformarse con lo que a medias tintas entiendo del autor. En ese punto, enseñar con lo más complejo me parece una estrategia de interesarse en la filosofía, más que, de sopetón y porrazo, se lea vagamente lo que ha dicho éste o aquél filósofo. Ahora bien, en lo específico, trataré de hacer ver que la noción de obra de arte en Heidegger debe ser vista desde la propia onto-historia y por ende no como un pensamiento favoreciendo a la estética (se verá que pensar estéticamente ya es producto del olvido del ser). Pero también buscaré formular una hipótesis  de qué lugar ocupa, específicamente, el cuadro de las botas de Van Gogh en esta meditación sobre el arte, dado que es una problemática habitual en el estudio heideggeriano. 

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